sábado, 10 de julio de 2010

BICENTENARIO: ¿LIBERACIÓN O DEPENDENCIA?


Día del bicentenario de la patria (25 de mayo de 1810 – 25 de mayo de 2010). Doscientos años de la revolución de mayo, en donde se depuso al virrey español Baltazar Cisneros y surgió el estado argentino.
Los párrafos que leerán solamente en letra cursiva, a lo largo del texto, son unas líneas que extraje del libro “Los derechos humanos en el otro país”, del psicólogo Alfredo Moffat.
Voy a hacer un breve resumen y a explicarles muchas cosas. Primeramente, creo que la gente no estaba interesada por el bicentenario. Es más, ni sabían de que se trataba. Pero sucede que se montó un gran show, con exposiciones de libros, obras teatrales, conferencias, marchas, bandas en vivo, películas, que el pueblo no podía perderse. Como también, hay un sentimiento de culpa, arraigado desde nuestros profesores escolares hacia nosotros de que somos unos traidores a la patria, unos anti argentinos y unos insensibles si no usamos la escarapela nacional o no asistimos a estos festejos. Esa obligación que nos crean solo hace que nos produzca desgano, aburrimiento y desencanto. Y no está mal que sintamos todo eso. No somos culpables de lo que sentimos sino de lo que hacemos con eso que sentimos.
La gente no sabe lo que quiere. Muchos levantan bandera de patriotismo pero los cuatro días del bicentenario se fueron de vacaciones afuera del país, a Punta del Este. No fueron a una fiesta gaucha o a la 9 de Julio. Igual que la semana santa, que no es para andar de joda, si sos católico en serio. Es una semana de muerte y resurrección, si vamos al caso.
Creo que el festejo tiene que ser algo a conciencia, en la cual uno sienta orgullo y animosidad por llevar una escarapela argentina y salir a festejar. Me parece mucho más coherente que la imagen de Roberto Giordano poniéndose una camiseta de Argentina solamente cuando hay un mundial de fútbol. Lo cual, parece ser más importante que la patria misma hoy en día.
Y con respecto a lo anterior, uno no es un traidor por no haber festejado ni haber usado un emblema patrio. Uno es un patriota trabajando, produciendo, siendo solidario y pagando lo que debe.

Teniendo una constitución liberal y democrática, en 200 años nadie la pudo cumplir correctamente. La han modificado y aplicado como se le cantara las pelotas al gobierno de turno. Y así fue como se deformó la educación. Porque la educación no es tener el pelito corto o vestirse de traje. Ni tampoco son un mal ejemplo para la juventud las “malas palabras". Un mal ejemplo es que se robe, que no se respete la constitución, el derecho a las elecciones, el derecho al voto y la libre expresión. Aún no nos damos cuenta de que los políticos son nuestros servidores y que los ciudadanos somos los que decidimos.

Luego de la caída de Juan Manuel de Rosas, en 1860, cuando en Buenos Aires se implantó el modelo europeizado de país, la antinomia sarmientina de “civilización o barbarie” significaba la marginación y el exterminio de gauchos, indios y negros. El libro Martín Fierro, escrito por José Hernández, relata como el gaucho es desposeído de sus tierras y utilizado en las levas obligatorias como carne de cañón en la guerra contra el ocupante original de las pampas, el indio, donde pierde esposa e hijos. Y describe el proceso de criminalización del gaucho, empujado a hacerse “matrero”, delincuente.
En 200 años, aún no les han sido devueltas las tierras robadas a los indios. Las cuales despoblaron matando a su gente, cortándole las orejas para luego venderlas a un patacón cada una y arrojándolos a la cordillera de los andes. Tierras que nunca supieron poblar.

En 1930, luego del derrocamiento al gobierno de Yrigoyen, varios inmigrantes que escapaban de la guerra, llegaron al país y terminaron viviendo hacinados en conventillos, siendo explotados laboralmente. Los padres e hijos, nacidos en la Argentina, como consecuencia de la destrucción familiar, sufrieron el abandono durante la infancia, pues la pobreza extrema lleva a los padres a salidas como la delincuencia y la prostitución. Provocando una temprana y desgarrante ausencia materna. Si se analizan las letras tangueras es posible advertir que el barrio (como desplazamiento de la patria lejana) y la mujer que abandona, como reactualización del abandono infantil, son los dos grandes temas. Frecuentemente la mujer es atacada y reprochada eternamente por el abandono.

“Desde que se fue
Triste vivo yo
Caminito amigo
Yo también me voy.

Desde que se fue
Nunca más volvió
Seguiré sus pasos
Caminito, adiós.”.
(“Caminito”, Carlos Gardel)

La psicología del niño abandonado produce que la figura materna pase de ser reprochada a ser idealizada, disociando la figura femenina en “la puta” que lo abandonó y “la santa” que lo esperó hasta la eternidad”.
Para aprender a curar a los ricos, los estudiantes de medicina recurren en sus prácticas hospitalarias a muchos pobres como “carne de aprendizaje” porque cuando muere un indigente su cadáver va a parar a la Facultad de Medicina para la cátedra de anatomía, y si se rebela ante todo esto se transforma en “carne de cárcel”. Siempre pierde, no puede protestar. Como dice el Martín Fierro: “Son campanas de palo las razones de los pobres”.
Pero cuidado. Tampoco caigamos en la idealización de los marginados, porque también entre ellos existen los duros de corazón, los destructores y los hijos de puta. Es preciso distinguir entre los que no eligen ser marginales a los que eligen transgredir. Y éstos últimos son quiénes crean innovaciones culturales, con rituales, normas, mitos y creencias que nos permiten cuestionarnos el sentido de la existencia, los contenidos inconscientes y todos aquellos asuntos prohibidos por nuestra impuesta y empobrecida cultura burguesa.
Así como existen los que venden medicamentos adulterados, también existe la corrupción de clase baja que vende hamburguesas o choripanes, sin refrigerar, en mal estado, en los carritos callejeros.

En la época de las vacas gordas, esos conservadores con cuatro apellidos españoles: “Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Ponce de León, Corazón de Vaca…” (Las vacas gordas eran ellos) tenían la seguridad de que Europa recién se levantaba de una guerra mundial y nosotros éramos el granero del mundo. Pero solo para unas pocas familias privilegiadas que contrataban mano de obra barata. A los trabajadores los explotaban en la ciudad y en el campo, quiénes vivían en malas condiciones, no había sindicatos, no había una sola ley que los amparase. Y si se rebelaban se les infringía una reprimenda o directamente, se los asesinaba.
Y estos conservadores fueron parte de la década infame. En las elecciones votaban con documentos de gente muerta. Si Cobos hubiese existido en aquella época, le habrían pegado un tiro en la cabeza, en pleno senado de la nación.
El general Perón, quién fue muy carismático, talentoso y astuto, vio todo eso y se avivó. Al ser electo democráticamente como presidente de la nación, en 1947, colocó miles de sindicatos que se convirtieron en una mafia, los obreros tenían vacaciones pagas con hotel incluido, aguinaldos, hospitales públicos, abrieron escuelas, regalaban sidra y pan dulce para las navidades. Sabía que no lo iban a olvidar facilmente. Así y todo, Perón era una mierda. Lo digo de esa forma porque parece que no se lo puede tocar. Metió otra corrupción, no respetó la constitución, robó, censuró a la oposición, mandó al exilio, escarmentó y reprimió a cuanto pensador, ideólogo y trabajador lo cuestionase. Era una dictadura encubierta. Esto demuestra que ser carismático y talentoso no siempre es bueno para los demás.

Acá siempre se evaluó la situación del país, inspirándose en modelos foráneos. Los derechistas, en países Europeos que no tenían nada que ver con nosotros y los de izquierda, en países como Cuba, China y la Unión Soviética, que menos tenían que ver todavía. Entonces, ninguno de los dos supo bien cual era la situación de nuestro país.
La derecha se divide en dos partes. Los ultranacionalistas, que defienden la represión y los golpes militares y la centro derecha o neoliberal, que apoya la libertad económica, el libre comercio, etc. Que, en realidad, es todo un balurdo porque son liberales de la boca para afuera. Solamente en este país, existen liberales que han ocupado puestos en una dictadura militar. Algo totalmente ilógico.
Después, la izquierda comunista y la socialista, que, en todas sus variantes, siempre vivieron en una nube de pedos. Desde los sesentas hasta hoy todavía siguen repitiendo: “Vamos a hacer la revolución. Muerte al burgués”. Después se van a vivir a España.
Pintan las paredes con la consigna: “Seremos como el Che” pero en una selva no se instalan ni en pedo. Y muchas veces, terminamos tomando al boludo por serio.
En 50 años, jamás pudieron convencer a un obrero de hacer una revolución. Y la única vez que tuvieron la oportunidad, que fue en 1945, se pusieron en contra. Un caso totalmente inédito que un partido de izquierda se tire en contra de la clase obrera. Y se dieron cuenta de esto más de dos décadas tarde (Son rápidos para las conclusiones). Por ende, se infiltraron, se formaron en el sótano de una iglesia y crearon el peronismo de izquierda. O sea que además de boludos, carecen de sentido común. Menos mal que estos boludos no nacieron en Italia porque sino hubieran inventado el fascismo de izquierda... ¡Mirá si un milico como Perón, que vino de la escuela de Mussolini y que le abrió la puerta a los nazis, va a ser de izquierda! En este país no hay coherencia ideológica. Solo a una pajería intelectual como la izquierda argentina se pudo imaginar semejante pelotudez.

Por otro lado, los radicales, que siempre formaron parte de la burguesía media, como no pudieron dominar su odio visceral hacia el peronismo, y la oligarquía rural que se lo quería comer crudo porque les impedía el libre comercio, cometieron el grave error de complotarse con los militares para orquestar un golpe de estado y derrocarlo. Así fue como mandaron a bombardear la casa rosada, matando a un montón de civiles. Y Perón, quién se encontraba exiliado, sabía que la única forma de volver al país era echando mas leña al fuego. Entonces incentivó a las masas activistas con la siguiente consigna: "La violencia en manos del pueblo no es violencia, es justicia". Finalmente, consiguió lo que quería, regresó al país y a los grupos de izquierda, que estaban en la plaza, los mandó a la concha de su madre.
Luego de su muerte, asumió Estela Martínez, una presidenta tan cuadrada, que sabía de política tanto como yo de física cuántica y que estuvo asistida por López Rega, quién era otro asesino. Por lo tanto, se produjo un descontrol terrorista, colmado de bombardeos, asesinatos, entre un vando y otro, que culminó con la toma del poder de la dictadura más sangrienta de la historia argentina. La que se llevó todos los premios, en el peor sentido de la palabra. Hoy, los altos jerarcas, con más de ochenta años de edad aprox., siguen sosteniendo que ellos pusieron el orden. Y nosotros, ya sabemos cual fue el orden que pusieron. Utilizando la autoridad para transgredir las normas (masacrando, asesinando, torturando, robando, quedándose más tiempo en el poder del que habían prometido, anunciando estados de sitios, apropiándose de bebés, pasándose por el culo la constitución, metiéndonos en una deuda internacional eterna y ocupando casas de gobierno, radios, teatros y canales de televisión, que no es para lo que se les paga). Se transformó el mando organizado de una comunidad en atropello, en autoritarismo, y por lo tanto, se denigró la función de la autoridad como delegación de las bases. Por eso, hoy en día se cuestiona todo principio de autoridad, con el resultado de una desorganización eficaz.
Cuando realmente tuvieron que demostrar la práctica militar no estaban preparados, por todo el tiempo que perdieron. Y las masas, hasta los partidos políticos de izquierda, se pusieron a favor del gobierno de facto porque decían: "ahora vamos a tener la soberanía de las islas".
A ella, ha acudido especialmente la generación que vivió su infancia con las experiencias de represión ilegal, de terrorismo de estado que victimizó especialmente a las generaciones jóvenes, período que terminó con la guerra de Malvinas, cuyos soldados, pese al sacrificio realizado al no ser recibidos por la población como héroes se sintieron usados y luego descartados como objetos inútiles.
Debemos ocuparnos de nuestra realidad, sobre los angustiados, los suicidas, los neuróticos y los psicóticos fabricados por el proceso militar, el Fondo Monetario, las multinacionales de las drogas, las ambigüedades de los políticos, además de nuestra estupidez y sometimiento.
No olvidemos a la iglesia argentina, quiénes brindaron servicios y se callaron la boca durante ese gobierno.

Muchos extranjeros vienen acá y no entienden cómo puede ser que en un país con tanta riqueza natural, territorial, que tiene los cuatro climas, con recursos de buena calidad y suficientes como para alimentar a todos sus habitantes, haya gente que se muere de hambre. Justamente, porque los políticos no quieren darse cuenta de que un país rico con un pueblo pobre no va a ninguna parte. Y por el famoso "Yo, argentino", por el “No te metás”, por mirar para otro lado, por lavarnos las manos, por "hacer la vista gorda" y no comprometernos, fue como hicimos mierda a uno de los países mas ricos del mundo.
En la escuela nos enseñaron el valor de la democracia pero la realidad nos muestra que solamente va preso el pobre perejil que robó un paquete de fideos en un supermercado porque tenía hambre. Y todos los gobiernos que estuvieron y robaron y siguen robando a ultranza, metiendo la mano en la lata, haciendo pactos con la oposición, matando gente, cagándose en sus propios discursos, olvidando el pasado, cambiando de partido todo el tiempo… ¡NUNCA VAN PRESOS!!!
Las ideologías van y vienen, hoy son oposición, se pelean, mañana se amigan, forman alianzas, se arrepienten, se olvidan y se vuelven oposición, vacían el país, se van, depositan todo en cuentas en Suiza (en los bancos suizos no es necesario declarar el capital), vuelven y se postulan de vuelta. ¿Y quiénes pagan las consecuencias? Nosotros, los boludos. Acá se olvidan de todo.
Los políticos pueden presentarse en "Bailando por un sueño", hacer chistes en medio de una campaña como pueden pinchar teléfonos y escuchar conversaciones ajenas. Este es el país del "Vale todo". Total la gente después se olvida y sigue todo igual.
En el festejo, la presidenta hablaba de una manera como si fuese el regreso de la democracia, como si nada sucediera. Y al otro día, unos chorros matan a un tipo en Villa Luro para robarle el auto. O es autista, que no ve la realidad, o es demasiado cínica.
Hay veces en que pienso en vender al país, porque no hay peor cosa para la Argentina que sea gobernada por argentinos. Porque al argentino no le gusta trabajar y quiere la plata fácil.
A la gente se la puede engañar con un choripan y una coca cola pero cuando todo el pueblo esté muerto de hambre, ya no los votarán.
En 200 años, no se ha podido erradicar la pobreza. No solo en las clases marginadas hubo atropellos a los derechos humanos, sino que actualmente se suceden violencias, degradaciones y destrucción física y psicológica en la persona de miles de hombres, mujeres y niños, lo que se verifica en las infrahumanas condiciones de vida en las villas miseria, cárceles y manicomios, en los niños abandonados en la calle, que son los desaparecidos de siempre, los desaparecidos históricos, muchos de los cuales se pudren en los hospitales, villas y cárceles injusta e innecesariamente. Pues la desesperación que generan el hambre y la sobrevivencia los conduce a perder la paciencia y a sobrevivir por las buenas o las malas, es decir, apelando a la violencia. La destrucción familiar a que conduce la falta de trabajo, de techo y comida lleva también a las “desapariciones” en cárceles, manicomios, reformatorios y a muertes por enfermedad.
Hay tres tipos de marginaciones sociales graves generadas por tres instituciones degradatorias: las villas miserias, donde se condena a los pobres a una vida infrahumana, las cárceles, donde se encierra a los violentos, y los hospicios, donde se “entierra” a los locos. El manicomio es la institución mas degradadora de la persona, donde el condenado no tiene certeza sobre el término de su condena, donde se lo termina de despojar de los más íntimo que tiene una persona, que es su identidad. Una vez ingresado, cualquier cosa que diga o haga va a ser considerada “cosa de loco”. Son condenados a un mundo sin tiempo, donde al paso de los años se animaliza y termina a veces vegetalizado, tirado en su cama. La primera impresión que se tiene al entrar a un hospital psiquiátrico es de sorpresa: se esperaba ver un pandemonio de personajes delirantes, cada uno con sus poses napoleónicas o profiriendo discursos a las paredes, y lo que vemos es un mundo de linyeras que dan vueltas sin dirigirse a lugar alguno, de personas perdidas en un infinito tiempo sin relojes ni tareas. Luego, el olor a manicomio, mezcla de grasa rancia, transpiración y orines, debido a que los baños generalmente están tapados y sin puertas. Pero lo que es realmente configurante en ese mundo es la ropa de locos. Usualmente la ropa es regalada y por lo tanto no calza por ningún lado: los pantalones son cortos, la camisa muy grande, la falta de cinturón hace que los pantalones estén siempre cayéndose. Además, la ropa siempre raída y rota, los zapatos eternamente grandes, todo confiere aspecto de loco. Y el 90 por ciento de los pacientes encerrados en un manicomio (fábrica de locos) no son peligrosos, solo tienen una teoría distinta de la realidad con relación a nosotros, que tenemos un delirio común y hemos armado una sociedad más peligrosa que la de los locos.
En el actual proceso argentino lo que centra la preocupación de la población es el paulatino empobrecimiento de todo el sistema social debido a las exigencias de la deuda externa. Por otra parte, la desocupación, especialmente de la juventud, produce una masa de jóvenes ociosos justamente en un período de sus vidas muy delicado porque en él se planifica la vida futura.
Cuando una persona pierde el trabajo, si no lo recupera en poco tiempo se ve privada también de la vivienda, porque no puede pagar el alquiler o porque en la pensión han dejado de fiarle. Queda en la calle. Le crece la barba. Se le arruina la ropa al tener que dormir en cualquier lugar y no tiene donde higienizarse. Con esa apariencia es casi imposible conseguir trabajo. Camina todo el día. Padece hambre. Se moja cuando llueve. Se le rompen los zapatos y sufre un edema de piel. Sucio, barbudo, casi harapiento y con los pies lastimados. Al principio, con el alcohol resuelve el frío, el hambre y la angustia, pero eso termina dejándolo inmóvil.
Concejales metropolitanos que se proponían otorgar plena vigencia a un edicto del siglo pasado, se ordenaba que “por medio de la policía sean erradicados de la vía pública los mendigos e indigentes que producían un bochornoso espectáculo especialmente para los turistas extranjeros”. Nadie se degrada a sí mismo por propia voluntad. Uno piensa que el quedarse en la calle es algo que solo le sucede al otro y nadie está seguro en este país. La pobreza no es delito y sí lo es la economía que conduce a la desocupación. Estos destinos desgraciados son más patéticos cuando se trata de una anciana que en invierno duerme en la vereda. En estos casos el sistema estatal demuestra sus niveles.
Todavía seguimos teniendo hospitales que dan vergüenza, comisarías que no tienen una goma de borrar o un lápiz, tribunales que trabajan con máquinas de escribir, escuelas en decadencia, docentes que cobran una miseria, jubilados mal retribuidos, políticos que viven de mitos muertos, aún continúan las desapariciones (¿Donde está Julio López?), la gente pide mano dura, piden que se instaure la pena de muerte y el regreso de la colimba.
Y siempre se le echa la culpa de todo a la gente que no tiene nada que ver con el país. Todavía, en 200 años, no hemos podido superar la discriminación a los pobres, a los gauchos, a los aborígenes, a los judíos y a homosexuales. Se sigue hablando de "Negros de mierda, no quieren trabajar, viven de arriba". "Judíos de mierda", "Putos de mierda, maricones, sidosos. Son unos degenerados. Encima que se quieren casar, ahora también quieren adoptar niños. Habría que matarlos a todos. Por culpa de estos negros, putos y judíos de mierda, el país está así". Entonces ¿Que mierda estamos festejando? ¿200 años de que? ¿Todavía tenemos que explicarle a esta sociedad prejuiciosa, hipócrita y estúpida que hay que juzgar personas no sexualidades, ni colores ni religiones? ¿Como se puede ser tan hijo de puta, tan insensible y tan ignorante? ¿Como se puede considerar a las parejas heterosexuales mas normales que las homosexuales, cuando hay padres que maltratan a sus hijos, se meten los cuernos entre ellos, se divorcian, se cogen a sus hijos, los abandonan, no les pasan plata a su mujer? ¿Eso les parece normal? ¿Eso es el amor?
Yo no me opongo al matrimonio gay ni a la adopción de niños por parte del mismo sexo, pero si todavía tenemos que estar hablando de esto quiere decir que está todo mal.
Un país indiferente y excluyente no tiene pasado, no tiene futuro. No va a ninguna parte.
Cuando un sistema político es ineficaz, todo se soluciona teniendo memoria y no volviéndolos a votar. No se soluciona poniendo bombas, apoyando golpes de estado o yéndose del país. Todos tuvimos que ver en esto.
La pregunta es como puede ser que con tantas cagadas todavía sigamos en pié. Porque hay un mínimo grado de amor aún. Como una semilla que hay que regar de a poco. Que es lo que nos mantiene vivos. Y quizás, nos salve de la extinción.
Solo con amor podremos sacar a este país adelante. Con amor y mucha pasión, seremos un país libre de verdad. Cuando aprendamos los valores del respeto, la tolerancia y la democracia… Orgulloso y contento me pondré una enorme escarapela en el pecho y saldré a la calle a festejar con todos. A cantar, a saltar y a gritar, con bombos y platillos: La libertad del pueblo argentino… Mientras, no me exijan ni me pidan lo que ustedes no pueden dar.


Andrés Belguich

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