miércoles, 26 de enero de 2011

¿Padres eran los de antes?


Según encuestas del diario La Capital, en la zona centro de la ciudad de Rosario la clase media concibe a un solo hijo por familia mientras que en la zona oeste se concibe a más de un hijo por familia, lo cual denota un desfasaje intelectual y cultural. Se está produciendo un fenómeno similar al de Europa. Hay una transformación social que no queremos ver. Efe Albino, presidente de Conin, aseguró que la tasa de mortalidad infantil en Argentina es de 20 por cada mil niños y además reveló que el 66% de los niños mueren en su primer mes de vida. Otro estudio sociológico afirmó que 7 de cada 10 chicos y adolescentes son pobres. Esto refleja un deterioro también traducido en el retraso del desarrollo intelectual, próximo al retardo mental. Sin embargo, la FAO informó que Argentina es uno de los países con más obesidad infantil en América Latina.


Si hay hábitos sanos dentro del sistema familiar, hay una relación sana. Entonces ¿Por qué tenemos hijos? ¿Ser padre es una obligación o una responsabilidad? Tanto el Padre como la Madre tienen un rol muy importante en la sociedad. Ser madre no es lo mismo que tener un hijo. Pienso que el amor incondicional no existe. Tampoco existe el amor por añadidura. No alcanza con parir un hijo, también hay que adoptarlo. ¿Por qué hay padres abandónicos? ¿Dónde están los padres de los niños explotados, prostituidos y golpeados? ¿Por qué hay niños trabajando doce horas en las fábricas o en la calle, frente a las inclemencias climáticas? ¿Es necesidad o abandono? ¿No nos damos cuenta cuando nuestros hijos están desnutridos? ¿No es dejarlos morir eso?

Creo que ser padre no es un problema de edad, es un problema de criterio. Deberíamos pensar cuál es el criterio para ser padre. Los sacerdotes nos imponen cómo tenemos que formar a nuestros hijos, cuando ellos nunca tuvieron uno. Vivimos en una sociedad en la que no nos animamos a romper con la hegemonía cultural que nos dicta que tenemos que ir a la escuela, estudiar una carrera, conseguir un trabajo, casarnos y tener hijos. ¿Y si nos mintieron? ¿Y si todo fuera al revés? ¿Si los malos van al cielo y los buenos al infierno?

He conocido el caso de una madre que cambió a su hijo por una heladera. Peor hubiese sido que tratara a su hijo como a una heladera. He visto niños conduciendo un carro y golpeando al caballo con una cadena, lo cual no es ni más ni menos que la continuación de cómo lo golpean a ellos. ¿Por qué algunas madres tiran a sus hijos en los inodoros? ¿Estamos preparados para ser padres? ¿No estaremos retrocediendo a la época de la barbarie, en la que el gaucho abandonaba al hijo porque lo mandaban al destierro?

En los sectores más privilegiados, tiran a sus hijos de otra forma por la vida, como por ejemplo: no hablándoles, no registrándolos, no alojándolos ni en su mente ni en su corazón. Es allí donde todo se negocia. Utilicemos como ejemplo el caso de una joven que le comenta a sus padres que tiene novio, y ellos, lo primero que le preguntan es de qué trabaja, cuánto gana por mes, dónde vive, etc. Ahí juega todo lo comercial. Les enseñan a sus hijos a ser oportunistas y desconfiados. Imaginate si fueras la consuegra o el yerno de Ernestina Herrera de Noble (Propietaria de “Clarín”).

Algunos son hijos del destierro, otros del abandono por padres que pretenden ser “eternamente jóvenes”. Hay una crisis estructural de la familia. De la clase Media Baja: muertes por desnutrición, asesinatos, comas alcohólicos y consumo de paco. De la clase Media Alta: muertes por bulimia, anorexia y sobredosis de drogas. El famoso “juego con la muerte”. Es decir, la muerte sin querer… aunque queriendo. Algunos se mueren de hambre y otros se mueren comiendo.

Analicemos: ¿Es algo natural querer a un hijo? ¿Será que hay padres que no quieren a sus hijos? ¿Padres eran los de antes?

Deberíamos preguntarnos si realmente deseamos tener hijos. Pensemos si elegimos ser padres. Sófocles decía: “No haber nacido nunca puede ser el mayor de los favores”. A veces, lo conocido es mucho más peligroso que lo desconocido. ¿Vinimos a este mundo a procrear? ¿Que pasa si no lo hacemos? ¿Está mal no tener hijos? Creo que lo malo sería tenerlos para tapar un vacío, por complacer o porque “es lo esperado, lo normal” para la sociedad. Estamos refiriéndonos a una vida, a una persona que, recién nacida, no tiene devolución ni descuento ni oferta 2x1.

No estoy en contra de la procreación. Mi propuesta es que aceptemos nuestras limitaciones porque si no somos conscientes de nuestras acciones, nadie se hará responsable por ellas. “La Familia Ingalls” es sólo un mito o un anacronismo. ¿Qué mundo les estamos dejando a nuestros hijos? La juventud está enojada. Algunos se quejan con palabras, otros delinquiendo o drogándose. Esto habla de una disconformidad por quiénes los trajeron y no los supieron cuidar.

El dramaturgo William Shakespeare decía que a los jóvenes habría que dormirlos entre los 16 y los 23 años para que no dejaran a chicas embarazadas, agraviaran a ancianos, robaran o pelearan. En base a esto, el psicoanalista Donald Winnicott, escribió “La juventud no dormirá”, porque gracias a los movimientos juveniles se produjeron los grandes cambios en la historia.

Pienso lo difícil que debe ser hallar como padre la sensatez. Ayer y hoy, la falta de amor y de diálogo sigue siendo un problema. Un mal que no discrimina estrato social alguno. Una realidad. ¿Por qué será que tantos chicos sienten que no tienen padres? ¿Padres eran los de antes?... ¿Y los de ahora que tipo de padres son?

No habla bien de un padre decir: "Yo soy amigo de mi hijo". Pensá si es una elección o un compromiso. Concluyo con una cita del escritor Antoine de Saint Exupery:

“La infancia es la patria de todos”.


Andrés Belguich