sábado, 2 de julio de 2011

Voces del más acá (2001-2011)




Según la lectura del santo evangelio según San Juan (2, 13-22)

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos. Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas:

Jesús: «Quiten esto de aquí. No hagan de la Casa de mi Padre una casa de mercado.»

Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: “El celo por tu casa me devorará”.

Una realidad que atesora nuestra lucha contra el imperio en donde las banderas de la Paz luchan contra la hipocresía y la ambición de unos pocos. El baile de la esperanza se ha puesto en pié. Y los rivales mercenarios, conformados por idiotas con carnet, pretenden reducirlos a cenizas.

La crisis económica y las protestas multitudinarias en Grecia y España bien podríamos compararlo con la nuestra del 2001. Donde las movilizaciones contra el modelo neoliberal fue la realidad que desmentía el discurso del modelo global como único modelo a imitar, y toda esa cultura pesimista que quisieron instalar durante los noventas, en nuestro país.

Está claro que el poder y el dinero son las fuerzas que mueven al mundo. Pero hay otros valores que permanecen vigentes. Alguien dijo una vez: "Cada pueblo tiene el gobierno que se merece". Mensaje reivindicado por los sectores más conservadores utilizando la consigna: "Alpargatas si. Libros no", mostrando como desigual al hombre ante la sociedad.

Quedó demostrado que no fue así. Nuestro pueblo es un pueblo maravilloso, y muchas veces, tuvo gobiernos que no se merecía. Quiénes, junto a las Madres del dolor, salieron a la calle a denunciar los delitos contra la humanidad, de aquellos espurios modelos que bastardearon y entregaron el patrimonio cultural que la Argentina construyó. Y la voz del pueblo es la catástrofe universal y natural en donde todas las lenguas hablan un mismo idioma.

El milagro de los dioses vive y renace en todas esas voces que gritan al no ser escuchados. Un idioma que la cultura del neoliberalismo, en conjunto con el mensaje de algunos medios de comunicación y la formación de ejércitos colonialistas de todo el mundo para imponer la dominación, quiso analfabetizar.

Cada voz con hambre es una voz hermana. Porque es una voz humana. No es una voz caprichosa y deshonesta. No hay fronteras ni barbaries que consigan desmentirlo. A veces, los mejores actos del ser humano se ven reflejados en el inconsciente. Pues allí dejamos nuestras esperanzas. El saludo es el más fiel y gesto noble del ser humano. Aún los recuerdos añoran nuestros sentimientos de libertad, fraternidad e igualdad.

Como decía José Pablo Feimann: "La Derecha tiene una concepción jerárquica de la vida, cree profundamente en la desigualdad". Hoy, a más de un siglo del estreno de “M’hijo el dotor”, de Florencio Sánchez, nuestro país cuenta con instrumentos de desarrollo social e inclusión. Ahora podemos decir: "Alpargatas si. Libros también".

Vive en nuestro ser la memoria del hombre. Aquella que ni la más poderosa corporación ha conseguido engañar. No es tonta la esperanza de pobre, si con luchas y batallas la Patria se levanta y reclama lo que le pertenece. Cuando el pueblo tiene que salir, sale. Y es la única voz que hay que escuchar. Porque en ella se encuentra lo más puro y noble de la memoria del hombre. De aquellos que lucharon y hoy siguen resistiendo, reclamando dignidad, que con ajustes no se podrá restaurar. Porque, como les decía, el planteo de la derecha es mostrar al hombre desigual.

El hambre se llevó y trajo a luz el coraje de los hombres. Y es por ello que no debemos renunciar a nuestros principios. Y es a aquellos, a quiénes debemos apoyar.

En esa lucha entre el pueblo y el imperio se disputa el futuro de una Patria unida y soberana. Dar la vida por la vida es la mejor muerte que hay. No hay vida sin resurrección. Paridos por mujeres los valientes de hoy, quiénes serán los hijos del mañana.

El capitalismo está viejo y tonto ya. Pronto a convertirse en un chiste de vereda. La imagen de dos vecinos, entre mate y mate, conversando y recordando: "¿Se acuerda Don Antonio, cuando al capitalismo lo mandamos a la concha de su madre? Como hizo Jesús con los mercaderes del templo jajaja. Y salieron rajando los tipos jajaja".

El cambio se está produciendo. A bailar que el mundo sigue en pié. Ni un paso atrás.


"Los hermanos sean unidos,

Porque ésa es la ley primera.

Tengan unión verdadera

En cualquier tiempo que sea

Porque si entre ellos pelean

Los devoran los de ajuera". ("Martín Fierro" de José Hernández).


Andrés Belguich